El desarrollo infanto juvenil y la práctica del fútbol
Sin duda el fútbol es el mayor fenómeno de comunicación de masas del mundo, siendo una de las actividades deportivas con la que los ciudadanos de la mayoría de los países de Latinoamérica se sienten más identificados. La explicación es sencilla: las reglas son simples, su práctica es generalizada dado que los requerimientos son de bajo costo y gusta porque exige una práctica colectiva necesaria y dependiente que vincula a individualidades talentosas con la solidaridad del equipo.
El fútbol puede ser el lugar desde el cual construir la identidad desde lo barrial hasta lo nacional y más aún hacia lo supranacional. La aparición de equipos exitosos en el ámbito profesional, permite discutir en el ámbito internacional el estatus de país y asimismo marcar posición de presencia en el mundo deportivo.
Un fútbol exitoso es aquél que revela que los jugadores, tanto individualmente como grupalmente dominan los fundamentos técnicos y tácticos y desarrollan una idea clara de juego, por lo tanto el juego es preciso, abierto y ejecutado con seguridad. Por el contrario, un fútbol sin éxito es el que revela jugadores imprecisos, faltos de ideas y carentes de espíritu colectivo, los cuales apelan las más de las veces al uso de la fuerza y la sucesión de faltas con la consecuente pérdida del ritmo del juego. Pero no sólo las causas de ello radica en los jugadores puestos en situación de juego, por el contrario las causas son varias y diversos sus orígenes:
1) Causas de tipo organizativas: tal como la carencia de un proyecto a largo plazo que contemple todo el proceso de formación de un futuro jugador.
2) Causas de tipo estructural: por ejemplo la carencia de infraestructuras acondicionadas como para cotejar el trabajo de distintas grupos etarios.
3) Causas de tipo conceptual: en el sentido de no tomar absoluta conciencia de la importancia de formar desde edades tempranas a los futuros representantes deportivos.
Esto trae aparejado que no sea suficiente el desarrollo del fútbol de base, lo que conlleva que posibles buenos enseñantes del fútbol, al no encontrar espacio de acción tomen otros rumbos.
Sabemos que jugadores con una iniciación tardía o no controlada adecuadamente, adquirirán vicios técnicos difíciles de erradicar y serán jugadores de riesgo, para sí mismo y los demás. Pero aun más allá que el hecho de acceder a ser jugador profesional, muchas investigaciones señalan que la importancia de la práctica física y deportiva desde la niñez radica en ser un modo eficiente para el desarrollo emocional, social, motor y fundamentalmente para un desarrollo en salud.
Las etapas de desarrollo ponen de manifiesto que las edades tempranas son un oportuno tiempo para la intervención formativa educativa en deportes. En la infancia, el niño madura y adquiere la distinción entre la coordinación motora general y la específica, el dominio de sus extremidades, lo que le permite moverse con soltura y vincularse en relaciones objetales en las cuales aplica independencia de propósito. Mentalmente, ha desarrollado las capacidades comprensivas, tiene capacidad para decodificar consignas verbales, tiene apreciación de distancias y trayectorias y el concepto de ámbito de desplazamiento y en lo social, es capaz de aceptar agrupaciones, recibir órdenes y la disponibilidad de moverse en contextos sociales fuera del ámbito familiar.
Es por todo lo precedente, que la infancia es el tiempo propicio para recibir los beneficios de una tarea organizada, no improvisada ni dejada al azar, solamente así crearemos una base de practicantes lo suficientemente amplia como para efectuar no sólo una detección temprana de talentos sino aún para aquellos practicantes cuyas dotes no están para acceder al fútbol profesional y que se desenvolverán en otros campos, pero a los que se les habrá provisto de una enseñanza de habilidades que serán la base de su práctica deportiva en función de su salud y su placer, durante toda su vida adulta
La Asociación de Profesores de Educación Física del Fútbol Argentino (APEFFA) está conciente y propugna la aplicación y cumplimiento de los derechos del niño promulgada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 1959 tales como:
- Derecho a participar en actividades deportivas según su grado de madurez y nivel de habilidad.
- Derecho a participar en un entorno saludable y seguro.
- Derecho a ser conducido por un enseñante calificado.
- Derecho a jugar como niño y no como adulto.
- Derecho a ser preparado adecuadamente en los deportes.
- Derecho a ser tratado con respeto.
- Derecho a encontrar placer y alegría en la práctica deportiva.
Sin duda, los niños y los jóvenes debieran tener, en el ámbito deportivo, el derecho a una guía adecuada y el sustento de una organización que les permita la oportunidad de desarrollar su potencial.
Para poder hablar de desarrollo, es necesario contar con capacitados maestros, así como practicantes dispuestos a aceptar sus consignas y un ámbito organizador donde ponerse a prueba. Para comprobar el proceso se necesitan las evaluaciones médicas físicas que califiquen las habilidades desde lo propiamente físico, lo técnico y lo táctico y observar desde lo psicológico los comportamientos sociales y el grado de autoestima que sostiene al practicante.
No se duda que para acceder al éxito en la práctica deportiva es necesaria la posesión de la fuerza, del vigor y de la resistencia que deben ser llevadas mediante la preparación física a niveles más allá de lo común, de la misma forma, es tan vital que el jugador potencial domine las destrezas necesarias para un buen rendimiento como que acceda al suficiente equilibrio emocional como para enfrentar el hecho de la competición; todo esto se construye desde inicios tempranos mediante una organización cuidadosa y una buena formación de los responsables de la enseñanza, sólo así se formarán jugadores que jueguen el fútbol con intensidad, con expresividad, con responsabilidad y como una manifestación más de su personalidad.
Lo precedente es lograble con un proceso de formación que debe comenzar tempranamente con ayuda de los padres, los buenos maestros y la comprensión dirigencial y federativa. La dedicación a un deporte exige el ciento por ciento del esfuerzo, esfuerzo que se debe enseñar y aplicar desde el inicio, la disciplina es esencial sin duda, pero en el trabajo con niños se debe ser flexible, el deporte debe ser fuente de alegría para los participantes, aún así se deben concretar objetivos, los cuales no se obtendrían si no se aplica el cien por ciento del esfuerzo.
La forma como se conduce a los niños es extremadamente importante. El deporte es una experiencia educativa en niños y jóvenes; una clara comprensión sicológica por parte de los adultos y una atención constante permitirán eliminar problemas potenciales, debiendo funcionar los adultos como guía dentro y fuera de la cancha
Se debe mantener en mente, que los niños no son adultos en miniatura. El buen entrenador infantil deberá evitar el uso de un balón demasiado grande o pesado, el de un arco excesivamente amplio o el de un campo manifiestamente fuera de posibilidad de recorrido para los grupos etarios menores, al cometer estos errores se observa que muchos practicantes ante dichas exigencias (que se encuentran fuera de nivel), pierden interés y desisten de la práctica. Se deben respetar las características físicas, emocionales y psicológicas que caracterizan a cada edad y recordar que cada jugador potencial es una individualidad a ser considerada y que no todos reaccionan de idéntica manera o de la manera previsible.
Por otro lado, el deporte en la infancia es una forma de co-participar con otros; en la práctica y en la competencia se debe insistir en que se juega con el compañero y con el adversario, ya que sin su presencia no es posible la actividad; además el acceso paulatino al conocimiento del reglamento redundará en la aceptación de reglas de acción y comportamiento que hace que se comprenda derechos y obligaciones de los practicantes, llevando al juego limpio y sin violencia, y la práctica de esta forma cubrirá la doble función de práctica deportiva y de educación.
Muchas veces en el fútbol actual, se exige rendimiento en etapas de neta formación, lo que lleva a acelerar los procesos, el no fijar gestos y el no fomentar la creación traerá aparejado la pérdida de habilidad que caracteriza a un buen jugador. Es por todo esto que la atención y la perspicacia deben estar focalizadas en el proceso y son los formadores y los conductores los garantes de ese proceso a largo plazo
En este convulsionado mundo actual, donde las demandas de aporte laboral al grupo familiar son muchas y tempranas dadas las actuales circunstancias económicas, aún los más talentosos han reducido el tiempo que otrora se dedicara a pulir habilidades como diversión fuera de la práctica deportiva, por esto hay cada vez menos talentosos, esos que sumaban a sus aptitudes muchas horas en contacto con la pelota. Es vital entonces para los que quieren dedicarse al aprendizaje y la práctica del fútbol, contar con buenos maestros, sobre todo en la infancia y adolescencia, etapas en las que se cementan el dominio del fundamento y el incentivo para la creación.
Si como formadores hemos llevado a cabo un proceso gradual, continuo y controlado, estamos en condiciones de exigir resultados, si por el contrario no lo hicimos, debemos asumir la responsabilidad de un proceso mal articulado. Es entre todos que debemos buscar las causas de nuestros errores y corregirlas, técnicos, preparadores físicos, médicos y dirigentes, no debemos acelerar ni desatender el proceso de formación.
El futuro jugador que le dedique poco tiempo a su formación está destinado a no obtener resultados. Los conductores que no se habiliten para la enseñanza están destinados a ser superados. La dirigencia que le dedique poco tiempo a la organización de las escuelas infantiles
está destinada a no tener futuro. Si somos perseverantes, el fútbol crecerá aún más
Autor
Prof. Alfredo Augusto Weber
Presidente de APEFFA
Fuente
Sociedad Argentina de Fisiología del Ejercicio
http://www.safe.org.ar/
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