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Por la redonda, detrás de un sueño

Este es un trabajo de Luis Manuel Rojas Ramirez y Giseth García Ospina, estudiantes de Comunicación Social de Medellín, Colombia, en el cual colaboré con mi opinión.

“La naturaleza dicta que los niños deben 

Ser niños antes de convertirse en adultos.
Si intentamos modificar este orden natural,
Alcanzaremos la edad adulta de forma
Prematura pero sin la sustancia y la fuerza”
Jean-Jacques Rousseau

22 niños atrás de la redonda, una cancha acorde con las exigencias de un hombrecito de ocho años, otros quince esperando en una banca la oportunidad de entrar en ese terreno y acariciar aquella pelota, cuatro hombres dándole indicaciones a un niño que no comprende ni la mitad de las palabras, “Pásala. Toque. Toque. Toque. Duro. Meta la pierna duro. Tranquilo, jueguen tranquilos. No me dejes pasar al número diez”. El niño a lo sumo sólo sabe que tiene que ir por el balón y patearlo, otros más ávidos, con la capacidad de gambetear se llevan las miradas de los padres que en ese momento se creen los mejores directores técnicos de fútbol y que esperan que su hijo sea aquel gambeteador para poder decir orgullosos, “ese, ese es mi hijo”.

Jugar con un balón es el juego que incluso hoy en día, más le gusta a los niños, porque corresponde a un afán de movimiento y destrezas, de despreocupación, libertad y diversión. El fútbol, en especial, representa el deporte por excelencia en el mundo, el más visto y el de mayor número de seguidores, no es extraño que sea el sueño de la gran mayoría de niños, ser un jugador de fútbol.

Al hombre, le gusta jugar. Los juegos más interesantes y variados son a la vez, exigentes respecto a las capacidades intelectuales y físicas. El deseo, lo satisface en buena medida los juegos colectivos con balones.
El balón como aparato lúdico, se conoce ya desde hace mucho tiempo, los pueblos de la antigüedad, los chinos, los egipcios, los romanos, los ingleses, y hoy nosotros usamos este como método de disciplina, cultura, ritos, diversión. El fútbol, en sí, empezó su conquista a mediados del último siglo, desde Inglaterra. Este se extendió rápidamente en Europa Occidental y en Europa del Este.

En su forma moderna, el fútbol proviene de un acuerdo de caballeros que doce clubes ingleses sellaron en el otoño de 1863, en una taberna de Londres. Los clubes hicieron suyas las reglas que en 1846 había establecido la Universidad de Cambridge.

Entonces el juego que había comenzado, como eso, pasó a reglamentarse, poco a poco se vendría a organizar un juego que pareciese desde sus raíces naturalmente desorganizado. El Antropólogo de la Universidad de Antioquia, Luis Martínez, dice entonces que el fútbol tiene dos facetas: “es un deporte sometido a sus propias reglas y retos, y es un fenómeno festivo. Como deporte está regido por reglas sencillas y claras que todo el mundo es capaz de comprender, y que los que participan del juego, tanto jugadores como espectadores, saben que deben respetar. Las reglas son inmutables, no se ponen en discusión cada partido. Pero a pesar de estar sometido a un conjunto de reglas, no es un acontecimiento frío y racional, no es lógico. Segundo, el fútbol es también un fenómeno festivo multitudinario que congrega a poblaciones enteras. Lo es desde el momento en que el acontecimiento deportivo implica una ruptura con la cotidianidad”.

Pero ¿por qué el hombre y el niño juegan fútbol? Luis dice: “El hombre desea ser libre y eso lo logra en gran parte en el deporte. El juego es libre, es libertad. En la esfera del juego, las leyes y los usos de la vida ordinaria no tienen validez alguna. El ejercicio físico o el deporte constituyen la actividad vital natural por excelencia, siempre espontánea, sin restricciones, sin fin definido, lo cual permite la libre transformación de la energía disponible”.

Surge desde entonces una discusión acerca del fútbol y de lo que posteriormente se fue convirtiendo, muchos dicen que este es un juego y que como juego no debe estar atravesado por el negocio, otros dicen que es inevitable. Lo cierto es que desde la profesionalización de los jugadores de este deporte, que inicia desde que se empieza a pagar por jugar y a cobrar por ver jugar, muchos factores internos y externos pasaron a incorporarse al jugador y a quien desea desde niño serlo.

La preocupación principal está en los niños, puesto que estos al fútbol lo ven como inicialmente fue, y sus deseos no van acompañados de la racionalidad de lo posible. Ya no es sorprendente la compra de un niño de 10 años por parte de un equipo que paga una gran suma de dinero para poder incorporarlo al club. Tampoco es extraño ver a un padre exigiendo al máximo al niño porque lo ve con alguna capacidad de ser profesional.

El psicólogo Bernardo Stamateas dice que un jugador y menos un niño se pude despojar de sus crisis y conflictos al jugar un partido porque este siempre juega con sus emociones y todo aquello incide. Un joven con conflictos familiares es muy probable que lleve eso a la cancha y se autoexiga. Lo afectivo influye en el deporte. “Hay que desbloquear los conflictos y las presiones que vienen de la gente, los padres, hinchada. El jugador sufre con estas presiones. Existe también un miedo, el miedo a fallar, muchas veces impuesto por la exigencia del padre. Muchos chicos que entran a la cancha, van con la idea de ser el mejor o sino el peor”.
Entonces, aparecen las escuelas deportivas que tienen un deber, el de llevar un proceso formativo sano, sin exigencias desacordes con la edad del participante y en donde se estimulen otros procesos distintos a la competición.

A través de la historia, es posible encontrar huellas de la existencia de escuelas de formación deportiva. Es el caso de las escuelas Wushu en la antigua China, la escuela y la palestra en la Grecia clásica, la casa Giocosa en la Italia renacentista y las más variadas instituciones de la actualidad. En estas escuelas, el niño era guiado y entrenado para dominar sus impulsos, para fortalecer su voluntad, para desarrollar sus habilidades y sus cualidades. Se dice que la escuela Wushu es la evidencia más antigua de la existencia de las escuelas de formación deportiva, esta estaba especializada en artes marciales. El fútbol no sería la excepción y el interés en formar a jóvenes y niños en aquel deporte creció.

En Colombia las escuelas de formación deportiva han tenido un incremento notable en cuanto a números y especialidades, animadas por el deseo de algunos ex jugadores de fútbol y las ganas de algunos padres por ver a sus hijos recrearse.

El Ministerio de Educación Nacional a través de Coldeportes ha definido unos lineamientos teóricos que deben enmarcar las escuelas de formación deportiva. Según esta entidad, las escuelas de formación deben considerarse como “estructuras de carácter pedagógico fundamentalmente deportivas encargadas de la formación intelectual, física, técnica y social, que mediante programas sistematizados orienten y proyecten al mayor número de niños a incorporarse al deporte de rendimiento en forma progresiva”. Dicen además, que la formación estará dividida en tres fases, la de iniciación deportiva con énfasis en lo psicomotriz sugiriendo como medios a la recreación, la irradiación y la rotación deportiva, en segundo lugar establecen la fase de fundamentación deportiva y en tercer lugar define una fase a la que llaman de técnica y competencia.
Sin embargo, pese a considerar tres niveles fundamentales en la promoción del deporte infantil y pre juvenil, no determinan un enfoque pedagógico específico ni elementos orientados que lo hagan posible.

Además, algunas de sus expresiones como los juegos interescolares y los Intercolegiados o los festivales nacionales de escuelas deportivas, son señales de que el concepto va en dirección contraria a su aplicación, al fomentar excesivamente la competencia en detrimento de la formación integral y al no producir siquiera por este camino lo deseado.

Adolfo Téllez, ex jugador de fútbol y ahora creador y director de la escuela de fútbol Adolfo Téllez, que fue fundada en 1996 y de la que han salido jugadores como Jorge Luis Ramos, que juega en Santa Fe, Miguel Torres quien jugó en el Junior de Barranquilla, Aldair Palencia y Jasser Chávez quienes juegan en el Bogotá F.C, aclara que para llevarse a cabo una buena labor en la formación deportiva, “debe conocerse el desarrollo psicomotor de los niños en cada una de las etapas. Por tanto un plan de iniciación y formación deportiva en fútbol debe contar con actividades que refuercen básicos del movimiento, las capacidades y cualidades físicas y la actitud para vivir en comunidad y conformar equipo. Hay que tener en cuenta primero que todo que hay que estimularle al niño el amor por el deporte y que con este se ayuden a otros procesos como el juego limpio, la amistad, el respeto y la disciplina”. Además, Téllez considera que debe existir un buen clima entre padres y entrenadores porque dependiendo de ello el proceso formativo será óptimo.

Los padres son los que generalmente transmiten el amor por el fútbol a sus hijos y quienes acompañan el proceso de formación de ellos. Puede ser entonces, beneficioso para el niño si el acompañamiento es adecuado y puede convertirse en un problema si dicho acompañamiento viene cargado de exigencias.
Muchas veces no existe un acompañamiento del padre debido a los pocos recursos con los que muchas comunidades cuentan y quizás el talento de muchos de ellos se pierde. En otros casos, los niños son impulsados por otras personas.

Sin embargo, en las comunidades de bajos recursos es donde los niños y jóvenes más necesitan practicar este deporte, lastimosamente no cuentan con el apoyo de sus padres, pues la motivación viene por parte de un líder comunitario que los impulsa a hacer realidad sus sueños. “Los niños de estratos bajos no cuentan con el apoyo ni la motivación de los padres, el acompañamiento se ve más que todo en jóvenes de estrato medio”, así lo expresa María Emireth García, profesora del Colegio Didascalio Hermana Josefina Serrano.

Eduardo Lázaro, psicólogo deportivo, dice que todo jugador debe tener o tiene un círculo de acompañamiento en su proceso deportivo, sean padres, entrenadores, psicólogos, directivos, etc. Y este círculo debe ser congruente en sus acciones, sobre todo en la niñez. “Cuando ellos ven cosas en su entorno que son incoherentes, entonces se pierden, porque no tienen la capacidad todavía de razonar o entender muchas cosas. Hay que tener en cuenta a qué edad se desarrolla el cerebro de las personas, que es alrededor de los 20 años. Muchas veces queremos que un niño de diez años entienda todo. No se puede llenar de tecnicismos al niño, en cambio, la parte emocional del ser humano se desarrolla mucho antes y ahí hay que trabajar. Cuando a un niño se le dice que lo hizo mal o lo hizo bien, entenderá emocionalmente, se sentirá bien o mal pero no logrará interpretar el porqué. Se lo puede confundir si por ejemplo el entrenador le dice que lo hizo bien y el padre que lo hizo mal”.

El niño es el centro, a su alrededor, padres y entrenadores deben funcionar bien. Cuanto más afecto positivo hay en el padre, será mayor el rendimiento del niño, estará más dispuesto al aprendizaje. Al niño se le piden cosas que él pueda hacer, no su entorno.

Carlos Cadavid, padre de Simón Cadavid, un niño de 10 años, jugador de la escuela de fútbol Adolfo Téllez, dice que ve en su hijo un gran potencial y que puede llamar la atención de equipos de fútbol, pero que sabe que no puede llenarle la cabeza de ideas de fama y dinero a su hijo. “Primero que juegue, que disfrute, que lo hace muy bien, si se da lo del profesionalismo, bienvenido sea, si es lo que quiere”.

La relación entrenador-padre de familia es fundamental si tomamos lo que dice Eduardo Lázaro. Tratar de no confundir al niño viene a ser importante si se desea un buen desarrollo humano, además del futbolístico. 


Juan Pablo Pochettino, profesor de educación física y entrenador de fútbol, cuenta que: “Hay distintos tipos de padres y su influencia puede ser positiva o negativa. Los extremos (el que presiona o el desinteresado) nunca son buenos, el ideal es el padre equilibrado, que acompaña pero entiende que el nene está jugando y lo deja libre, disfrutando”.

“A medida que el fútbol se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con la lana. Juega sin saber que juega, sin motivo, sin reloj y sin juez” Eduardo Galeano, Fútbol a sol y sombra.

Estas palabras del escritor Eduardo Galeano dan pie para afirmar que el fútbol, inevitablemente se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo y como negocio, el desarrollo humano integral pasa a segundo plano.

En medio está el niño, lleno de ilusiones pero que todavía no comprende la tecnocracia del deporte, el niño no comprende del orden y sale y gambetea a todo el equipo rival, así las indicaciones del entrenador sean otras, el niño solo juega para y con el balón, el niño es libre.

Con la promesa de la venta o compra de un jugador vienen una serie de asuntos que no se pueden dejar pasar u olvidar. El joven que antes jugaba por el pleno disfrute del movimiento de sus extremidades y el toque de una pelota, ahora juega por el pago que supone jugar en un club profesional. Lo que no quiere decir que este no disfrute cuando juega, pero, las exigencias son diferentes y las formas de tomar la victoria y la derrota también. El joven es exigido a ganar sí o sí, por eso le pagan.

Hay quienes viven exclusivamente del fútbol y sus familias también. El joven que es el sustento de su familia por medio del fútbol, es una persona más angustiada y preocupada. Y un jugador preocupado y angustiado es común que no juegue como se supone podría hacerlo. El joven juega con toda la seriedad del caso y bajo las normas impuestas del profesionalismo, con el orden de este y con la imposibilidad de hacer lo que antes podía.

Dice el ex jugador argentino, Diego Latorre que: “Ahora el éxito es un mandato social y familiar. La necesidad económica y la poca satisfacción personal le transfieren una obligación al joven que antes disfrutaba plenamente el juego”.

El antropólogo Luis Martínez añade que: “La actitud del jugador profesional no es ya la auténtica actitud lúdica, pues están ausentes en ella lo espontáneo y lo despreocupado”.

Dante Panzeri, quien fuera uno de los periodistas deportivos más importantes de Argentina, en su libro, Fútbol, dinámica de lo impensado cuenta que: “El juego se ha hecho demasiado serio y el estado de ánimo propio del juego ha desaparecido más o menos de él. En el deporte nos encontramos con una actividad que es reconocidamente juego y que sin embargo, ha sido llevada a un grado alto de organización técnica, de equipamiento material, de perfeccionamiento científico, que en su práctica pública colectiva amenaza con perder su auténtico tono lúdico”.

Juan Pablo Pochettino, por su parte dice que “si bien muchas veces se hace referencia en estas edades a posibles ventas y a la chance de vivir como un profesional del deporte, creo que no toman una real dimensión de lo que estamos hablando y sólo se imaginan la fama, que es lo que se ve por los medios de comunicación”.

La fama y el dinero del cual decía Eduardo Galeano eran condiciones que el niño deseaba. “Al jugador profesional le pagan por divertirse, es la envidia de todos, ¿quién no desearía que le pagaran por divertirse y reír mientras se trabaja? Sale en todos los periódicos, en la televisión, en la radio. El niño quiere imitarlo. Este profesional que al inicio jugaba por placer, ahora es remunerado por aquel placer, ahora juega por el deber de trabajar”.

Mateo Calderón, es un joven que ha estado involucrado en el mundo del fútbol desde pequeño, ahora es parte de la selección Itagüí categoría libre y dedica su tiempo libre a cosas productivas como el deporte. Dice que hace lo que le gusta, le pone empeño y disciplina a la vida en muchos ámbitos. Con el equipo ha aprendido a compartir ideales y a luchar por sus sueños en conjunto.

Sus aspiraciones siempre han sido las mismas, “ser profesional en lo que hago y no dejar de practicar el deporte. He pensado muchas veces ser jugador por plata, es que no hay nada que lo llene más a uno en la vida que le paguen por lo que más le gusta hacer”.

Entonces al niño, que sueña con ser jugador de fútbol profesional se lo debe educar y formar adecuadamente, sabiendo que es muy probable que no llegue al profesionalismo, sabiendo que si tiene capacidades para llegar a serlo no hay que exigirlo más que al resto. Y es ahí donde las escuelas deportivas tienen un rol importante que abarca los beneficios que tiene el jugar al fútbol, el de relacionarse adecuadamente, el de la disciplina, el de la responsabilidad pero sobre todo el del disfrute y la libertad.

Así mismo, el fútbol más que deporte y diversión, debe ser un motor por el cual los jóvenes quieran salir adelante, pensando también en sus estudios. Esta resulta ser una de las condiciones de la escuela de fútbol Weschester F.C. de Itagüí, dice uno de los entrenadores, Leonardo Gómez. Esta tiene entre sus prioridades el excelente rendimiento de sus jugadores en sus respectivos estudios académicos. Así lo afirma Danilo Góez, integrante de la escuela.

“La mayoría de los que están en el equipo hacen parte de un proyecto de la Alcaldía de Itagüí con el Real Madrid para montar escuelas formadoras de jugadores, los cuales tengan estrecha relación con el estudio ya que si no estudian y no rinden no pueden hacer parte de los posibles premios como viajar a España a conocer el equipo. Esta vinculación fue creada para motivar a los jóvenes a entrenar bien y a no descuidar el estudio porque por algo se dice que los mejores jugadores del mundo son los más inteligentes”.

Al practicar deportes desde temprana edad la energía y la motivación se elevan haciendo que los chicos se vuelvan más activos en varios aspectos de su vida. “Los pelaos sienten esas ganas de estar detrás de la pelota todo el tiempo y cuando pertenecen a una escuela de fútbol su desempeño es superior al de los demás. Por lo general se trata de hacer ese balance entre el deporte y el estudio, pero siempre lo sacan adelante, tienen más motivación que el resto de estudiantes y a veces eso puede ser maluco porque se sienten superiores y quieren hacerse notar frente a los otros niños”, dice María Emireth.

Las escuelas deportivas tienen gran responsabilidad a la hora de formar a los niños y jóvenes, pues ahora más que jugadores lo que se pretende es formar personas íntegras que sean de bien para la sociedad. Así lo demuestra el Weschester FC, quien en su afán de tener buenos jugadores, tampoco deja de lado la educación en cuanto a calidad de personas. “La filosofía es clara, hacer especial énfasis en el trabajo en equipo, dejando de lado las individualidades y de igual manera busca formar el carácter de sus miembros y el desarrollo de su personalidad, pero siempre respetando al rival”. Dice Alexander Díaz, otro de los entrenadores de la escuela.

Y agrega: “Los pequeños llegan a una escuela con el fin de aprender, todo es un proceso donde se empieza con lo básico, como el tipo de pase o como debe manejarse el balón. A medida que se va avanzando, se cree que ya no hay nada más que enseñar, pero pasa lo contrario, cuando los jóvenes llevan determinado tiempo en una escuela, lo que se empieza a hacer es un proceso correctivo, donde se empiezan a pulir detalles que contribuyan al buen desempeño y rendimiento del jugador”

La Fédération Internationale de Football Association conocida mundialmente con las siglas FIFA, ha establecido en un manual ciertos lineamientos por los cuales toda escuela formadora de fútbol en categorías infantiles debería cumplir. En el documento titulado Manual de Fútbol Base de la FIFA, este estamento recalca la importancia de la estimulación del juego en edades tempranas.

Su presidente, Joseph Blatter, dice que una de las misiones de la FIFA es “desarrollar el juego” y hacer llegar el fútbol al gran público es el principal objetivo del programa de fútbol base de la FIFA. “El juego, la interacción, la reunión y el hecho de compartir son los valores que fomentamos, además de la diversión sobre el terreno de juego, por supuesto. Para algunos, el fútbol base se resume en actividades recreativas; para otros, consiste en la práctica del fútbol en un club o en el entorno escolar, con entrenamientos periódicos y partidos al final”.

Es evidente que no todos estos jóvenes jugadores serán estrellas el día de mañana y que no todos tienen los atributos para convertirse en profesionales. Por tanto, no se trata de organizar sesiones de entrenamiento intensivo o imponer nociones tácticas complejas, puesto que podría revelarse como un factor disuasorio.

El programa de fútbol base reitera que los niños no son pequeños adultos y que el concepto debe ser el de aprender jugando con la ayuda de un entrenador-educador.

Al hablar de la misión del entrenador-educador, el manual dice que es la de garantizar el desarrollo del niño en diferentes ámbitos: deportivo, social, psicológico y educativo. Para lograr esto es necesario el conocimiento del niño, sus características, tener en cuenta su edad y sus capacidades.

El entrenador-educador debe transmitir desde la más temprana edad una educación deportiva sobre la base del respeto y el juego limpio. Desarrollar una mentalidad basada en el placer de jugar y la voluntad de progresar. Además, claro, de tener conocimientos básicos de fútbol (juegos reducidos, juegos de entrenamiento, el aprendizaje de gestos técnicos).

Se mencionan cinco fundamentos de una práctica exitosa del fútbol. El sentimiento de seguridad, el sentimiento de ser bienvenido, el sentimiento de ser buen jugador, el sentimiento de pertenencia a un grupo, el sentimiento de ser importante. Es labor de entrenadores y todos los responsables del proceso asegurar esto.

También dice lo que no se debe hacer, entre estas están: gritar constantemente al niño, querer que jueguen como si fueran adultos, dar explicaciones demasiado largas, proponer objetivos técnicos ambiciosos para la edad, interrumpir el juego constantemente y darle demasiada importancia al resultado.

Pero no es sólo misión del entrenador, también es importante mencionar a los padres. El Manual de fútbol base recuerda a los padres que deben animar antes que forzar u obligar y que nunca deben reprender al niño por haber cometido un error.

Es entonces, primordial por parte de los mayores, generar espacios o encuentros en donde el niño se desarrolle en cuanto a sus gustos, en este caso el deporte. Procurarle condiciones para que puedan entregarse a él como su pasatiempo preferido. En primera instancia, está el colegio, en segunda, llevarlos a un club o escuela deportiva. Los padres promueven el juego en casa, este deporte también es generacional.

Juan Pablo Pochettino dice que, “como bien lo dice su nombre, las escuelas formativas de fútbol tienen un rol formativo, educador, pensando en el chico como una persona que quizá llegue a ser futbolista pero quizá no. No son muchas las escuelas realmente formativas, con docentes del fútbol preparados para esta tarea tan fundamental”.

Y añade que: “Lo ideal es formarse, prepararse, aprender, ser autocrítico, tener ganas de crecer. Pero entendiendo que el principal actor es el nene y no el entrenador. En edades infantiles los chicos tienen que jugar, divertirse, pasarla bien, con amigos. El tiempo de la niñez no se recupera, muchas veces somos los adultos quienes pretendemos acelerar esa etapa y hacerlos jugar como grande”.

El fútbol como espectáculo deportivo masivo, cuenta cada vez más con jugadores adoctrinados para tomar cada vez menos riesgos en la creación de una jugada generando una gama baja de emociones en el desarrollo de los partidos y una lógica racional cada vez más exacerbada. El éxito o la derrota pueden generar sensaciones de alegría o tristeza que pueden durar por mucho o poco tiempo, pero la emoción en cambio, está ligada a lo inmediato, al goce o al dolor que puede despertar una acción espontánea y el fútbol contiene como una de sus cualidades más preciadas: " una dinámica de lo impensado", como decía Dante Panzeri. El niño no lo sabe y al no saberlo, sabe que es en esencia el fútbol, él sólo tiene la opción que le gusta, jugar y disfrutar jugando.

Autores:

Luis Manuel Rojas Ramírez
Giseth García Ospina

Fuentes:
Adolfo Téllez: Ex jugador y entrenador de una escuela de fútbol.
Juan Pablo Pochettino: Profesor y entrenador de fútbol
Bernardo Stamateas: Psicólogo
Luis Lázaro: Psicólogo deportivo
María García: Profesora
Danilo Góez: Jugador de escuela de fútbol
Mateo Calderón: Jugador de escuela de fútbol
Carlos Cadavid: Padre de un niño jugador de escuela de fútbol
Diego Latorre: Ex jugador de fútbol
Manual de fútbol base de la FIFA
Coldeportes
Libro: Dante Panzeri, Fútbol dinámica de lo impensado.
Libro: Eduardo Galeano, Fútbol a sol y sombra.
Libro: La pelota no dobla, César Torres y Daniel Campos
Página web: http://www.futbolformativo.com.ar/
Mario Corbella: El comienzo del fútbol de hoy.
http://diarium.usal.es/mariocorbella/2010/10/23/el-comienzo-del-futbol-de-hoy/
Julián Ponisio. El futbolista en la época de la profesionalización
Documental: Fútbol base.
Alexander Díaz. Entrenador de la escuela de fútbol Weschester F.C
Leonardo Gómez. Entrenador de la escuela de fútbol Weschester F.C.

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