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Jorge Griffa: "El ojo maestro"

Jorge Griffa, con casi 40 años consagrados a los juveniles, analiza crudamente la realidad del fútbol en sus bases. El déficit en la formación. Su alejamiento de Boca tras el cambio de conducción, y un repaso por las historias de los cracks que formó.

Nunca Jorge Griffa pensó en otra cosa. Ni cada vez que a los 18 años inclinó las vértebras que le sostenían la espalda para levantar un cajón de vinos de esos que repartía para solventar su vida como futuro profesional de la pelota. Ni cuando la vida le abrió una puerta mágica para volverse una estrella del Atlético de Madrid, donde le ganó finales al Real Madrid de Alfredo Di Stéfano y de Ferenc Puskas, y al Barcelona de Ladislao Kubala y de Luis Suárez. Ni cuando regresó a la Argentina para convertirse en uno de los hombres más importantes de la historia de las inferiores de este país, desde donde sacó jugadores que van desde Gabriel Batistuta a Carlos Tevez. Nunca, definitivamente nunca, dejó de pensar en el fútbol.

Fútbol, fútbol, fútbol. A los 76 años, en el living de su casa de Recoleta, Griffa saca una computadora y, como si fuera un nene con un invento nuevo, muestra todos los programas para la formación de entrenadores y de dirigentes que creó y que sigue creando. Aunque ya lleve 39 años en este oficio, aunque tras la victoria de Daniel Angelici en las elecciones presidenciales de Boca del último 4 de diciembre haya perdido su cargo de Director Deportivo en esa misma institución en la que logró construir las inferiores que fueron pilares de las proezas de Carlos Bianchi como técnico, aunque todo: Griffa nunca frena y, con la lengua como cuchillo filoso, sigue apostando a la preparación: “El problema es la falta de formación. Creemos que sabemos cuando no sabemos.”

–Ahora que se fue de Boca, ¿en qué situación deja a las inferiores del club?
–Aquí hay que profundizar lo que ya está hecho. Cuando a mí me llamó Mauricio Macri en 1995 para acompañarlo en caso de que ganara, encontré que la estructura de juveniles de Boca arrancaba desde menos cero. Desde ahí, comenzamos a armar un proyecto que iba a necesitar de diez años. Y así fue. Hace poco volví al club porque algunos dirigentes me lo habían pedido, pero decidí irme porque, la verdad, yo si llego con una dirigencia tengo siempre el respeto de irme con ellos. Creo que quedó un buen proyecto que hay que seguir desarrollando.

–¿El fútbol argentino da espacio hoy a los proyectos?
–Sin proyectos no existen las inferiores. Yo creo que sigue habiendo tiempo y espacio, pero, lógicamente, con algunas dificultades más.

–¿Cómo cuáles?
–Hay varias. Pero es determinante la aparición del dinero en el fútbol: los valores cambiaron. Antes la ambición era llegar y jugar en Primera. No mucho más que eso. Si te iba bien, lógicamente, podrías comprarte un negocio y sobrevivir luego. Hoy, apenas jugás, ya juntás una suma que es muy grande. Eso hizo que las cosas cambiaran. Subió la situación económica y bajaron los afectos. Y las cosas se degradan. Ahora el gran tema es que se van muy rápido a Europa y eso afecta directamente a la formación y al nivel de los jugadores.

–¿Y la falta de formación de los entrenadores de inferiores no puede ser, también, un factor que genere dificultades?
–Y sí. El tema está en la falta de formación. Los técnicos no se construyen como debería ser y tienden a tener posturas que podrían llamarse soberbias. A ver: cuando se deja de jugar al fútbol, se cree que uno sabe mucho y, en realidad, no se sabe nada. Cualquiera no puede dirigir. Cuando volví en 1973 de Madrid, me llamaron desde Newell’s para que dirigiera. Acepté porque estaba seguro que con mi experiencia iba a poder rendir. Una estupidez. Duré seis meses y me fui sintiendo que había salido de la cárcel. Es claro: no porque se haya sido un jugador de alto calibre, se puede ser técnico.

–¿Habiendo pasado por un vestuario no se aprenden cosas que sirven?
–Sí, pero la cosa no puede pasar por ahí: hay que madurar y tener una exigencia real. Y si uno cuando deja de jugar al fútbol, arranca, tiene que darse cuenta de que hay que prepararse desde abajo hasta arriba. Hay que tener en claro que, con el tiempo, el fútbol va enseñando cosas que después, sin dudas, se capitalizan. Mirá el caso de Marcelo Bielsa. Yo llegué a Newell’s y él quería que yo lo designara como entrenador del equipo de Primera. Le dije que parara. Que se tomara un tiempo para prepararse. Lo hizo y quedó claro: hoy él es un referente para todo esto.

–¿Se podría decir que Matías Almeyda y Martín Palermo, entre otros, se apresuran en querer dirigir?
–En mi opinión, creo que se tienen que preparar antes de tomar el riesgo. Es una ley natural. No es un invento que se me ocurre a mí. Si se va a la facultad para prepararse para ser un buen médico o un abogado, por qué el fútbol no va a ser así. Hay que construirse, yo no entiendo la negación que se tiene sobre ese tema.

–¿Y qué responsabilidad tienen los dirigentes en todo esto?
–Mucha, porque ellos tampoco se forman. Yo tengo cursos para dirigentes, textos que podrían interesarles, y nada. No les interesa. No saben y no quieren saber.

–¿Pero es una decisión de ellos o es porque no hay muchos lugares para formarse?
–Es un poco ambas cosas. Así como tenemos mucha deficiencia en la formación, también la tenemos para armar espacios donde formarte. Para mí, el cargo más importante dentro de un club es el de director general. Desde ahí se arma todo el club. Pero, increíblemente, en este país no hay un lugar donde aprender para esa función. Hay de técnico, de preparador físico, pero de eso no hay nada. Yo fui un autodidacta, si no no hubiera aprendido nada.

–¿En dónde tienen que poner mayor hincapié los entrenadores de juveniles?
–Definitivamente, hoy los preparadores tienen que involucrarse en la vida social de los chicos. Ese es un desafío importante, sobre todo por los duros momentos culturales que se viven. En un joven, la familia es algo trascendental y si no lo cuidan eso le va a hacer mal. Muchas veces, los padres se dedican tan sólo a pensar en el desarrollo futbolístico de sus hijos. Ponen tanto empeño en que se vuelvan estrellas que pierden de vista que los pibes están en una sociedad que tiene cosas mejores y peores, pero que merecen muchísimo cuidado. Entonces, sin dudas, los entrenadores tenemos que meternos en esos temas y ayudarlos, sin dejarlos fuera de nada.

–¿El exitismo no es algo que perjudica mucho a los chicos?
–Hay un tema de interpretación en eso. Yo a un chico no puedo exigirle ganar, tengo que enseñarle a ganar. Si yo le exijo ganar, cobra una carga emocional superior a la que se debe. El fútbol deja de ser un juego y adquiere valores que lo dañanan mucho. Lo que pasa es que no se enseña, se exige.

–El Checho Batista dijo en su momento que sería bueno sacarle los puntos a los torneos de inferiores.
–Eso no funciona así. Yo a los jugadores les enseño a ser ganadores. Los que dicen que perder da lo mismo, mienten. Todos necesitamos ganar para crecer e ir adquiriendo confianza. Ningún chico crece perdiendo. Eso que dicen es algo en lo que yo no estoy de acuerdo. En el setenta, en el fútbol argentino nos creíamos los mejores del mundo, pero no lo demostrábamos. Nos faltaba un profesionalismo más serio. Yo enseñé en Newell’s que había que ser los mejores de todos y ahí está: años después, ese club se sentó en la mesa de los más grandes.

–¿Qué sería aprender a ganar?
–Significa que los jóvenes tienen que entender que hay que tener compromiso y responsabilidad para llevar esta profesión. Si de cien, quedan diez, hay que prepararse para esa situación. El fútbol argentino tiene, por ahora, eso de bueno: el nivel de competencia en inferiores es muy alto, y es mejor que en la mayoría de los países. Aunque siempre hay que tener en claro algo: más allá de ganar, hay que cuidar a los chicos.

SELECCIONES EN LA MIRA

Los resultados de los seleccionados juveniles de la Argentina, por lo pronto, no marchan del todo bien. En los últimos meses la anemia de títulos ha generado cierto revuelo con respecto a la continuidad de los actuales entrenadores de esas categorías. Jorge Griffa, por caso, analiza esa cuestión: “Los resultados son fundamentales pero, por lo visto, en el fútbol argentino se trabaja bien en divisiones menores, al igual que en las selecciones juveniles. Evidentemente la competencia se ha hecho muy dura comparada con años anteriores, con lo cual no es sencillo ganar todo lo que se juega. Los malos resultados no sólo tienen que ver con los entrenadores, sino con camadas de jugadores que muchas veces no son excelentes.” En tanto, Griffa habla sobre la realidad de los futbolistas que integran las selecciones juveniles: “Son chicos que tienen una gran responsabilidad, con lo cual tienen que saber que deben educarse con la gente que los rodea, mirando la mayor cantidad de fútbol posible, nutriéndose las 24 horas del día.” Por último, dice: “El dinero muchas veces nubla el objetivo de los chicos. Muchos piensan primero en la plata y no en su rendimiento. Cuando un análisis sencillo implica jugar bien, rendir, para luego tener plata.”

BIELSA, ESE OTRO HIJO DILECTO

La historia que une a Jorge Griffa y a Marcelo Bielsa es la de maestro y alumno. Así han enhebrado una relación que resulta casi paternal, con situaciones curiosas como la de aquella mañana de 1973, cuando Griffa comenzó con su trabajo en las inferiores de Newell’s. El Loco Bielsa, quien por ese entonces jugaba en las categorías formativas de la Lepra, fue tan directo que lo sorprendió. El actual entrenador del Athletic de Bilbao tenía apenas 18 años cuando se animó a encarar al célebre formador: “¿Usted es Griffa?”, preguntó Marcelo. “Sí”, fue la breve respuesta del recién llegado de España. “¿Usted se fue de Europa para venir a trabajar acá?”, agregó el joven defensor central. “Sí”, repitió Griffa. “Entonces, usted está loco”, cerró Bielsa. Ahora, 38 años después, ese señor de 76 años no se olvida de esa extraña situación: “Ese día me di cuenta de que era un tipo muy especial.”

“Marcelo es un tipo laburante, que tiene el trabajo como herramienta fundamental y única. Es el ejemplo del entrenador que se desvive por sus equipos. Aunque tiene que tener más equilibrio, el equilibrio que debe tener una persona para gobernar situaciones favorables y desfavorables”, agrega Griffa, quien sigue al Loco por donde vaya. “Apenas comenzó a trabajar conmigo en las inferiores, estaba muy acelerado y lo tuve que frenar: quería dirigir Primera sí o sí. Yo lo calmé, le dije que se preparara bien y que se tomara su tiempo; en ese momento yo era el único que lo podía retar”, afirma el ex hombre del Atlético Madrid.

Griffa disfruta de sus recuerdos con Bielsa. Y se ríe: “Cuando Batistuta estaba en inferiores, Bielsa me preguntaba ‘¿Usted qué le ve al Gordo (Batistuta) para dejarlo?’. Yo le decía: ‘No te das cuenta de que es un tremendo goleador’. Y, mientras sonríe, cierra: ‘Al final, tenía razón’. ”

Por Ezequiel Scher y Jonathan Wiktor
Diario Tiempo Argentino - 10/01/2012

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